Concentración de lanchas deportivas en el Parque Nacional Morrocoy
El Parque Nacional Morrocoy cuenta con una sobrecarga que se manifiesta en todas las áreas, que van desde la urbanística, la tala de mangles, el manejo de sólidos, aguas negras, invasiones, etc. En el caso de los usuarios con embarcaciones propias, los fines de semana y temporadas vacacionales se aprecian cientos de lanchas deportivas, algunas de regular a gran porte, que se concentran en las playas mas populares del parque, quebrantando despreocupadamente las leyes de navegación en cuanto a consumo de alcohol por parte de capitanes y patrones de embarcaciones. La modalidad de fiestas colectivas sobre costosas lanchas incluye todo tipo de contaminación que va desde la sónica, la de los desechos sólidos, derrames de aceite y combustible de probables embarcaciones mal mantenidas y la obligada incorporación al medio ambiente de las necesidades fisiológicas del numeroso colectivo que allí se encuentra, amen de un caos de anclaje imposible de controlar y que daña los fondos de forma grave y sostenida, quebrantando todo reglamento de uso de parques nacionales ante la mirada indiferente de las autoridades competentes.
Sin duda esta manifestación colectiva de larga data en el Parque Nacional Morrocoy, da fe de la poca conciencia ambiental, bajo nivel educativo y corta imaginación del grueso de nuestra vieja y recién llegada clase media a la hora de disfrutar de nuestra hermosa naturaleza.
Seria conveniente adelantar campañas de concientización y sensibilización moral, adecuación y actualización de reglamentos de uso, junto a un estricto control de vigilancia por parte de las autoridades competentes para mitigar el enorme daño que se le propina a este parque. Por el contrario predomina el afán de funcionarios, organizaciones empresariales y alcahuetes de dudosas organizaciones ambientales en ejecutar cuantiosos esfuerzos por permisar nuevos hoteles, clubes y marinas para continuar propiciando el aumento de la navegación deportiva en el lugar y así participar de los cuantiosos dividendos que por allí corren. Fotos: Alfredo Allais
