Notas de Araya por Alejandro De Humboldt

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Foto: Alfredo Allais

Alejandro De Humboldt: Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Traducción de Lisandro Alvarado. Monte Avila Editores 1991. Caracas, Venezuela. Tomo I

“Desembarcamos a eso de las ocho de la mañana en la punta de Araya cerca de la Salina nueva. Una casa solitaria, la ranchería de la Salina nueva se eleva  sobre una llanura desnuda de vegetación, cerca de una batería de tres cañones, que es la única defensa de esta costa después de la destrucción del fuerte de Santiago. El inspector de la salina pasa su vida en una hamaca, desde la cual da órdenes a los obreros: una lancha del rey le lleva provisiones todas las semanas de Cumaná. Es maravilla que una salina que antes había excitado la competencia de los ingleses, los holandeses y otras potencias marítimas, no haya provocado el establecimiento de una aldea o una granja. Apenas se ven en el cabo de la punta de Araya algunas pobres cabañas de indios pescadores.” pp. 429

“La abundancia de sal o muriato de sosa que existe en la península de Araya fue ya averiguada por Alonso Niño cuando siguiendo las huellas de Colón, Ojeda y Américo Vespucio, visitó estas comarcas en 1499 (14). Aunque entre todas las naciones del globo sean los indígenas de América los que consumen menos sal, porque se nutren casi únicamente de vegetales, parece con todo que los Guaiqueríes escarbaban antes los terrenos arcillosos y muriatíferos de Punta Arenas. Aún más, las salinas que hoy llaman nuevas, sitas en la extremidad del cabo Araya, fueron trabajadas en tiempos más remotos. Los españoles, que al principio se establecieron en Cubagua, y luego poco a poco en las costas de Cumaná, explotaban desde el siglo XVI los saladares que en forma de laguna se prolongaban al Noroeste del cerro de la Vela. Como en esa época no contenía la península de Araya población fija, los holandeses aprovecharon la riqueza natural de un suelo que les pareció propiedad común de todas las naciones” pp. 430

“En 1605 envió la corte de Madrid naves armadas a Punta de Araya con órdenes de permanecer allí y de expulsar por la fuerza a los holandeses; pero estos continuaron sin embargo cogiendo sal furtivamente, hasta que fue construido en 1622 cerca de las salinas un fuerte que se hizo célebre con el nombre de Castillo de Santiago, o de la Real Fuerza de Araya.

Los grandes saladares están indicados en los mapas españoles más antiguos ya como ensenada, ya como una laguna. Laet, que escribió su Orbis novus en 1633, y que había tenido excelentes noticias sobre estas costas, dice también expresamente que la laguna estaba separada del mar por un istmo más alto que el nivel de la marea montante. En 1726 un acontecimiento extraordinario destruyó la salina de Araya e inutilizó el fuerte, cuya construcción había costado más de un millón de pesos fuertes. Sintióse un impetuoso ventarrón, fenómeno rarísimo en estos parajes donde el mar no se ve agitarse en general más que el agua de nuestros grandes ríos. La ola se adelantó bien adentro de las tierras, y como resultado de la irrupción del océano convirtiose el lago salado en un golfo de varias millas de largo. Desde esa época se han establecido receptáculos o lagunetas artificiales al Norte de la fila de colinas que separan al castillo de la costa septentrional de la península.”  Pp. 431.